Fuente: andaluciainvestiga.com, 28 de junio de 2008 Úrsula Palmar
Si sufre asma pero no responde al tratamiento médico,o padece dolores en el tórax que nada tienen que ver con el corazón. Es posible que, en estos casos, el médico resuelva que posee una enfermedad sin causa aparente. O no. Porque el reflujo gastroesofágico atípico, esto es, el ardor causado por el ácido del estómago, puede ser el responsable de su malestar. Un trabajo de investigación firmado por 21 especialistas españoles así lo recoge. Úrsula Palmar
Hasta 29 patologías relacionadas con los pulmones, la boca, el tracto otorrinolaringólogo y el dolor torácico que son causadas por un reflujo anormal de los jugos gástricos hacia el esófago. Si estos ácidos son necesarios en el estómago para deshacer el bolo alimenticio –contribuyen así a la digestión de las comidas–, pueden volverse peligrosos si ascienden por el aparato digestivo con mucha frecuencia. Concretamente, más de 10 veces al día. «Entonces hablamos de una manifestación patológica o atípica que puede o no provocar la quemazón normal conocida por todos y que no es mala. Solo cuando la frecuencia de los ardores se vuelve anómala se generan las enfermedades», subraya el doctor Manuel Rodríguez Téllez, responsable de la unidad de Esófago del hospital sevillano Virgen Macarena.
El facultativo ha liderado la redacción del primer documento de consenso español acerca de las patologías causadas por el reflujo gastroesofágico. 21 especialistas del país, entre ellos otorrinos, neumólogos, alergólogos, pediatras, cardiólogos, odontólogos, y médicos del aparato digestivo, han advertido que esta acidez patológica ocasiona algunos males tan comunes como la tos crónica, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el carraspeo, la tortícolis, los dolores de oídos repetidos, erosiones dentales o úlceras bucales. En la lista también figuran otras enfermedades tan fatídicas como el cáncer de laringe.
Sea cual sea el trastorno, el problema estriba en que estos enfermos no llegan al médico digestivo. «Van primero al cardiólogo, al neumólogo o al otorrino, creyendo que su dolor sólo lo pueden aliviar ellos. Por eso nos hemos reunido. Necesitamos dar a conocer los trastornos asociados al reflujo», reivindica Téllez. Y añade un dato muy significativo: casi el 90% de los pacientes que se reciben en el servicio de digestivo son derivados de otras unidades. Responden al mismo perfil: las multitudes de pruebas médicas practicadas no han sido capaces de aislar el origen de la enfermedad. Téllez lo explica: «La presión existente en el abdomen es superior a la del aire en la cavidad torácica. Este juego de fuerzas propicia el ascenso anómalo de los jugos gástricos hacia el esófago. En su contra, únicamente se encuentran el esfínter esofágico exterior, una válvula que normalmente está cerrada para evitar un reflujo anómalo».
No obstante, el doctor añade que existen determinados momentos en el día, tras las comidas, por ejemplo, en que el esfínter se relaja y así facilita el traspaso de los jugos. Esto es normal; un 15% de los españoles sufre, sin mayor problema, la quemazón subsiguiente. «Ahora cuando esta válvula falla, o por motivos que desconocemos se relaja más veces de la cuenta, surgen los problemas», apunta. Primero, porque al comprender el tubo digestivo boca, faringe, laringe y estómago, cualquier anomalía en una de sus partes termina por afectar a todo el aparato digestivo. De ahí a que los ardores causen las manifestaciones bucales y de garganta referidas. De forma refleja, también daña órganos anexos como los pulmones, el corazón o el oído. En el caso del cáncer de laringe, «se ha demostrado que los afectados sufren ardores muy frecuentemente», apunta el facultativo. Y para explicar la tortícolis, «hay que pensar en niños, sobre todo, menores de cinco años, que duermen siempre en la misma postura para evitar la quemazón».
Dormir de lado
Y aunque parezca sorprendente, el texto consensuado por los 21 especialistas españoles recoge curiosas maneras de paliar los trastornos. «Existen evidencias que aseguran que dormir del lado izquierdo –porque ayuda al cierre del esfínter esofágico–, mascar chicle después de las comidas o dejar de fumar disminuye la incidencia del reflujo e incluso puede tener efectos beneficiosos sobre el tratamiento de las enfermedades relacionadas», explica el facultativo.
Aún así, el tratamiento médico recomendado se basa en tomar, durante tres meses, dos comprimidos al día de cualquier genérico de omeprazol. «Si el paciente vuelve mejor a la consulta, su enfermedad está causada por reflujo. Si no, tiene otra causa distinta. Nos sirve de diagnóstico. Y muy barato, porque reemplaza y evita el coste de las pruebas diagnósticas tradicionales. Por ello recomendamos que si un enfermo no responde al tratamiento y su patología figura entre las descritas como sospechosas, se prescriba desde el primer momento el omeprazol», aconseja el doctor Téllez.
Sin síntomas
El facultativo, además, reconoce que estos ardores anómalos pueden provocar las enfermedades sin que el paciente llegue a sentir ningún tipo de quemazón a lo largo del día. «A pesar de que se repiten con mucha frecuencia, más de 10 veces al día, pasan desapercibidos tanto para los enfermos como para los mismos médicos», apunta. Mientras que en EEUU existe conciencia desde hace 15 años de los riesgos que puede ocasionar el reflujo gástrico anómalo y su relación con patologías pulmonares, el dolor torácico, la cavidad bucal y los oídos, en España hace apenas ocho años que se empezó a hablar de ellos. «De ahí a que tantos médicos españoles hayamos visto la necesidad de redactar un documento de consenso», concluye Téllez.
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