Fuente: Raúl Limón – Sevilla 04/7/2006 elpais.com
La mitad de las consultas de urgencia por un dolor en el pecho tiene su origen en el estómago. El responsable es el reflujo gastroesofágico, es decir, el paso del jugo ácido del estómago hacia arriba, al esófago. Este problema lo sufre a diario un 15% de la población. En algunos casos, el ardor y la regurgitación ponen sobre aviso, pero muchos afectados no tienen síntomas de una enfermedad que es capaz de generar una treintena de dolencias, desde el cáncer a la tos crónica o la tortícolis.
Juan Manuel Herrerías y Manuel Rodríguez Téllez y 21 especialistas de todo el país coordinan la investigación para mejorar el tratamiento El 40% de la población sufrirá a lo largo de su vida problemas de reflujo Un total de 21 especialistas, coordinados desde el hospital Virgen Macarena de Sevilla, han creado un grupo de investigación sobre el llamado reflujo atípico, una enfermedad mal conocida y sobre la que hay escasa literatura médica.
El 40% de la población sufrirá a lo largo de su vida esta enfermedad, de la que no se conocen sus causas. El contenido gástrico sale del estómago por relajaciones anómalas del esfínter esofágico. Se ignora por qué ocurre esto, y además apenas hay estudios al respecto. Una de las razones es que esta enfermedad tiene medio centenar de manifestaciones que pueden parecer más propias de dolencias cardiacas, otorrinolaringológicas, pulmonares, e incluso dentales. «Es difícil seleccionar al paciente», resume Manuel Rodríguez Téllez, especialista del servicio de Digestivo del hospital Virgen Macarena y coordinador del grupo de investigación.
Para paliar esta situación, Rodríguez Téllez ha promovido una conferencia de consenso que ha implicado a digestólogos, otorrinolaringólogos, cirujanos, pediatras, alergólogos, neumólogos, cardiólogos y dentistas. Este grupo, que trabaja coordinado desde hace tres años, ha analizado síntomas e incidencias y ha establecido pautas de tratamiento. Rodríguez Téllez y el jefe de su servicio, Juan Manuel Herrerías, preparan ya un segundo encuentro para actualizar las conclusiones iniciales. El ácido que escapa del estómago ocasiona, entre otras cosas, dolor torácico por el aumento del tono vagal y de la sensibilidad del esófago al mismo, llega hasta los bronquios por microaspiración provocando asma, activa otros reflejos inflamatorios, erosiona los dientes y causa laringitis, apnea (cese de la respiración durante el sueño) y tos crónica. Éstas son sólo algunas de las consecuencias más comunes, pero en los casos más graves, puede llegar a derivar en cáncer de laringe. La obstrucción a la altura de las cuerdas vocales, la sensación de tener un globo en el esófago, la tortícolis intermitente en niños y la pérdida del gusto son síntomas relacionados con el reflujo gastroesofágico.
El desconocimiento de la relación de estos síntomas con la enfermedad por reflujo impide muchas veces el tratamiento adecuado. La ausencia de un patrón específico que permita diagnosticar de forma segura la patología hace que los pacientes con dolor torácico, tos o asma pasen antes por diferentes pruebas que permitan descartar causas comunes de estas manifestaciones, como dolencias cardiacas o pulmonares. Por esta razón, los primeros objetivos de este grupo de investigación, según explica Rodríguez Téllez, fue elaborar una guía de práctica clínica, evaluar la idoneidad de la atención sanitaria y ayudar a la planificación de ésta. Para cumplir con las metas marcadas, el método de trabajo fue también singular. El coordinador de la conferencia destaca que se buscó un sistema que evitara la «presión farmacéutica», el protagonismo y las influencias ajenas a las evidencias científicas. De esta forma, durante estos años, todos los integrantes han compartido y evaluado la información aportada y recopilada sin saber de quién procedía. Finalmente, tras la reunión de la primera conferencia, se elaboró un documento de conclusiones que se mantiene actualizado. Este documento cuenta con el patrocinio de la Sociedad Andaluza de Patología Digestiva y se ha publicado en Medicina Clínica.
Aparte del tratamiento con fármacos o quirúrgico, también sirven de ayuda el abandono del tabaco, el consumo de goma de mascar y dormir sobre el lado izquierdo. El chicle incrementa la salivación y ayuda al tránsito correcto del contenido gástrico, y la postura facilita el adecuado funcionamiento del esfínter esofágico, la puerta que impide que los ácidos salgan del estómago. «Son formas de reducir la incidencia del reflujo, pero no curan», advierte Rodríguez Téllez. Tanto el tratamiento farmacológico como el quirúrgico suelen dar buenos resultados. La cirugía para evitar el reflujo y sanar los daños causados se recomienda sólo en los casos en que el paciente rehúsa seguir con el tratamiento farmacológico o surgen complicaciones en su proceso. La última frontera en el tratamiento de esta patología es la endoscópica, pero su aplicación es todavía una opción en fase de desarrollo.
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